A veces puede dar la impresión que Jesús disuelve la nebulosa del reconocimiento generalizado como si echara agua al vino, o gaseosa que también le vale. Es una manera de poner los pies en tierra y no entrar en el engaño del cuanto valgo y que bueno soy. El sabe que en el designio amoroso e inexplicable de Dios, será entregado en manos de los hombres, estará a merced del capricho humano que es de aquí te espero. Por eso el lenguaje se hace oscuro porque la realidad misma es difícil y ardua.
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