Es el protagonista silente pero actuante en la escena de la superación de las tres trampas pruebas con las que el diablo intenta, inútilmente, doblegar a Jesús, absorbiéndolo y desvirtuándolo. El Espíritu conduce a Jesús por el desierto acompañando su camino porque no cabe una divinidad solitaria. Dios es solidario.