Por que no hay nadie como Jesucristo. El murió por mi, dio su vida, su sangre, para que yo pueda vivir con una vida que es entrega y amor. Su indestructibilidad es la que hace posible la lucha y la victoria que viene concedida como un don inmerecido. Por El, porque El es tan grande que se olvida de sí en favor de esta insignificancia que soy yo. Vivo gracias a El, por su existencia plena para Dios y vuelta hacia cada uno de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario