Nacer de Dios es el verdadero nacimiento. Nada comparable como el origen divino. Jesús es el paradigma de este nacimiento. No nace de la voluntad de la carne ni de la voluntad del hombre. Sin duda que es este un tema apasionante y que se presenta como insoluble para los que se sienten superados por lo que desborda lo natural y científico. Aquí radica la fe. En ese ver más allá de lo humano sin despreciar lo humano ni la carne. Porque el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta es la verdad que es Dios mismo: ser lo que no es asumiéndolo. Para esto ha nacido, para testimoniar la verdad: Dios entre nosotros como mortal para hacernos renacer en El divinizándonos.
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