La Palabra de Dios abre caminos, nos despierta de letargos prolongados, aviva la misión, nos sacude del egoísmo que nos encierra en nuestros intereses. Nos descubre la amplitud de Dios que se nos da a conocer.Es aire para nuestra asfixia personal y pastoral, nuestro pan de cada día, sin el cual no podemos vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario