La verdad es nuestra defensa. La mejor defensa. Esta no tiene porque ser prepotente sino humilde y sencilla.Solo así puede ser aceptada y acogida. El Señor Jesús nos promete el Espíritu de la Verdad que nos guiará hasta la revelación definitiva: nuestra pequeñez redimida por la fuerza del amor de Jesucristo, Hijo del Padre que envía por El un rocío de amor y paz para el mundo entero.
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